Dos mil años después de aquel misterio que da origen a la fe cristiana, hoy la escena del nacimiento del Niño Jesús deja de ser un mero relato bíblico, remoto y bucólico para algunos y cobra vigencia en medio de una ciudad sumida en el quebranto de la escasez de alimentos y el malestar por las necesidades básicas.
La imagen del advenimiento se actualiza por estos días en plazas, centros comerciales, hospitales, hogares de ancianos y también en las casas más humildes como la de Graciela Suárez en San José de Cotiza. Allí su recibidor deja de ser un lugar solitario, poco frecuentado, como el resto del año, para dar paso a la Navidad.
Más de 60 cajas de cartón y 50 metros de papel recrean el Portal de Belén en su sala-comedor. "Este es un lugar de encuentro para toda mi familia y mis vecinos", dice. Relata que fue su abuela quien le inculcó la devoción por los nacimientos, una práctica que inició hace más de 35 años.
En el Hogar San José, un asilo de ancianos ubicado en Los Dos Caminos, a Sor Marina Patiño, religiosa de la congregación Hermanitas de los Ancianos Desamparados, le toma 20 días elaborar el pesebre de la comunidad.
A sus casi 82 años conserva la vitalidad y la energía de quien aspira reproducir cada detalle, cada representación simbólica de la llegada del Mesías, un hecho que cobra especial significado para la feligresía católica. Este año, como otros, Patiño no escatima en detalles: construye fuente de agua, montañas, llanos y por supuesto destaca el aspecto central de la escena: la Familia de Nazaret. Casi nada queda fuera de ese amplio espacio que ordinariamente funciona como una sala de cine foro y que abre sus puertas a los visitantes cada 8 de diciembre, para que enmudezcan ante aquella exhaustiva producción.
Se trata de una tradición que actualiza con sigilo y que adapta a cada época sin perder la esencia. "Cada vez que hago el nacimiento siento una gran emoción porque es una forma de evangelizar, de contar a la humanidad la buena nueva", dice Patiño con 65 años de vida religiosa. Su temple, su carácter inquieto y alegre que se insinúa con cada gesto contrasta con la quietud que envuelve al lugar, el típico sosiego de una casa de reposo habitada por ancianos de alta edad.
En Caracas los nacimientos se orquestan por dondequiera. Está el de Sabana Grande, en pleno bulevar, donde los niños adelantan con pasos resueltos a sus padres para cabalgar con imaginación las ovejas, la mula y el buey. Son piezas únicas de tres metros, talladas en madera y creadas por los hermanos Erazo, artesanos de Mérida. Cada figura es un tronco tallado a mano, con colores pasteles que imprimen la esencia de la Navidad al corredor donde transitan más de 250 mil personas cada día.
Uno que ha destacado por su sobriedad es el de Plaza Venezuela, cuyas imágenes son de barro cocido y de color marrón. En el Hospital Universitario de Caracas cada pasillo exhibe su propio portal. "Hacemos el mayor esfuerzo para sacarle una sonrisa a los enfermos, recordarles la esperanza de cambio que nos trae cada Navidad con la que nace Jesús", dice la enfermera Mirian Guillén, del servicio de Cardiología.
Acento andino
Fronteras adentro fueron los andinos quienes tomaron la tutela en la tradición hasta fomentarla en Caracas, donde las familias provenientes del interior pusieron de manifiesto la escena más importante de la Navidad, coinciden conocedores del arte.
Este arraigo en el país no es gratuito y tuvo su origen con la llegada de los frailes franciscanos y los sacerdotes agustinos, dominicos y jesuitas quienes depositaron la tradición entre los venezolanos.
El primero que se atrevió a reproducir en imágenes el nacimiento de Jesús fue San Francisco de Asís, en el siglo XIII. La idea se propagó por toda Italia, luego a España y el resto de la Europa católica, detallan los registros en torno a una tradición que permea toda la sociedad occidental, especialmente en la Península Ibérica y Latinoamérica.
A propósito de ello, monseñor Henry Padilla, párroco de la Basílica de Santa Teresa, instó a los feligreses a que mantengan la tradición del pesebre. "No puede faltar en cada hogar". Así lo pidió durante el inicio del Adviento, en cuya liturgia dominical destacó el Nacimiento de Dios, hecho hombre, como el principal motivo de las fiestas decembrinas.
Cuando se trata de recrear el nacimiento es vasta la inventiva y la imaginación de los creyentes en sus hogares. A Teresa Sifones, vecina de Candelaria, le toma una semana entera conseguir los ladrillos que dan pie a las montañas sobre las cuales reposa el Portal de Belén. "Incluyo a mis hijos e involucro a mis cinco nietos".
Nelly Hung, una educadora retirada, oriunda de Valencia, usa tubos plásticos de 5 pulgadas, alambre y goma espuma para dar cuerpo a María, José y a los Reyes magos, figuras que alcanzan 1,80 de altura. Este año, como en otras ocasiones, elaboró el tradicional pesebre del C.C. Paseo Las Mercedes. Desde 2001 ha realizado nacimientos para el Ipsfa y los centros comerciales Vizcaya y Galería Prado del Este.
Este año no es la excepción y las estaciones del Metro lucen sus nacimientos, cada uno con un estilo peculiar que atrapa la atención. En Chacao, un grupo de cajas, pintadas, recrean cada personaje bíblico.
En Nuevo Circo, María, José y el Niño están hechos de botellas de plástico y en el pasillo central de Zona Rental la Unidad Educativa Los Naranjos, de La Vega, elaboró vistoso portal con cartones. En el lugar dos niños obligan a su madre a detenerse para contemplar la imagen y fotografiarse.
Por segundo año consecutivo el Hospital San Juan de Dios, en Valle Arriba, no elaboró su emblemático nacimiento, uno de los más antiguos de Caracas. Más allá de una tradición, con los años, el pesebre de San Juan de Dios cobró gran valor por encarnar un símbolo de la solidaridad: los fondos recaudados en las alcancías, que formaban parte del pesebre, se donaban para financiar consultas y cirugías. Empleados atribuyen a la crisis económica la ausencia del alegórico portal.
"Cada vez que elaboro mi nacimiento me siento como una niña. No solo implica poner figuras y ovejas, también exige una preparación espiritual, un examen de conciencia personalísimo para el advenimiento de Jesús, que viene para renovar nuestra fe, para infundir esperanza y generosidad", señala Ángel Buendía, de Petare.
En El Hatillo el más destacado es el de Felipe Lira, en pleno casco histórico. La práctica la heredó de su abuela y tiene más de 50 años ininterrumpidos elaborando el portal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario