Ruta electoral y calle social
Los venezolanos conservan reservas importantes y suficientes para acabar con esta pesadilla. Pero para ello necesita una oposición inteligente que reconozca la fuerza y el poder real del adversario de tal manera que pueda articular una estrategia que de manera progresiva lo debilite
Comienza 2017 agravándose la situación política del 2016, mientras la economía, con un gobierno incapaz de articular alguna idea mesurada, sigue en bancarrota y acelera su calamidad. Los venezolanos pierden por partida doble: primero, por las torpezas del gobierno y segundo, por la incoherencia de la oposición organizada.
Del gobierno no esperamos mucho, al contrario, por el último cambio de gabinete pareciera que su empeño en acabar lo que queda del país, es firme. No podía escoger uno peor. Lamentablemente aun cuentan con la mayoría del poder del estado y lo utilizan más para la confrontación política que para la construcción de país.
De la oposición esperamos mucho más. La indefinición de una estrategia única y la suma de intereses individuales y partidistas por encima de un objetivo común, atentó contra el logro del objetivo primordial como lo es debilitar al gobierno. Algunos actores políticos menosprecian la fuerza y el poder que mantienen quienes gobiernan y eso no ayuda en una buena definición del adversario; por el contrario, dificulta el acierto político.
Mientras eso ocurre en los altares de quienes disputan el poder, los ciudadanos observan como cada día se restringe más su calidad de vida. Anda en modo sobrevivencia. Aumenta su nivel de estrés e intolerancia. Sus oportunidades se limitan cada vez más y la crisis hace mella en su autoestima. Quizás ese es el objetivo de fondo que persigue el gobierno: reducir la fortaleza de la condición ciudadana en función de preservar el poder, pues no hay otra explicación lógica ha tanto desafuero.
Aunque para muchos todo parezca perdido y las esperanzas estén completamente rotas, son estos momentos de crisis los que miden la catadura de los pueblos y su capacidad de reacción. Los venezolanos conservan reservas importantes y suficientes para acabar con esta pesadilla. Pero para ello necesita una oposición inteligente que reconozca la fuerza y el poder real del adversario de tal manera que pueda articular una estrategia que de manera progresiva lo debilite. Continuar en el inmediatismo y apresuramiento es un error que ha costado muy caro al pueblo venezolano. Por ello es importante que se afinque una propuesta de ruta electoral segura que permita darle respiro a la creciente presión que ahoga las esperanzas de la gente y permita producir un cambio que, en el corto y mediano plazo, pueda recuperar las instituciones del estado y estabilizar la economía del país.
En frente tenemos las elecciones de gobernadores, menospreciadas por el gobierno y hasta cierto punto por la oposición. Hoy, nuevamente se buscan opciones de salidas basadas más en deseos que en realidades tangibles, cuando lo fundamental debe ser la ruta electoral que el gobierno, si le dan oportunidad, no le temblará el pulso para continuar alargando su realización, pues sabe de antemano que tiene una derrota asegurada. La oposición debe clarificar su agenda política y no aparecer tan dubitativa. Ruta electoral y calle social.
Docente universitario
ljm1802@hotmail.com
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