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(10 de noviembre de 2017. El Venezolano).- La inflación en el mundo ha llegado a extremos impensados después de guerras, en crisis económicas profundas o cuando los billetes se convierten en papeles que no sirven para nada.
Un trabajo especial realizado por BCC Mundo, señala que en América Latina basta recordar lo que pasaba en los 70 y 80 cuando muchos países no podían pagar sus deudas externas, la gente se empobrecía, el salario no alcanzaba ni siquiera para cubrir necesidades básicas y la inflación era galopante.
En la actualidad las cosas son distintas. La tendencia mundial muestra que la inflacióndejó de ser un fantasma, aunque siempre hay excepciones.
Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año, de los 10 países con la mayor inflación en el mundo, ocho son africanos y dos de América Latina.
Los países de África son Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Libia, Egipto, Angola, Yemen, Sudán, Burundi.
Y los latinoamericanos son Venezuela (liderando el ranking mundial con 1.133%) y Argentina con 22%.

En el otro extremo están las economías avanzadas donde ocurre el fenómeno contrario. Las autoridades están preocupadas porque existe muy poca inflación y además, las tasas de interés están muy bajas. Tan bajas, que algunos economistas temen que se llegue a un punto en que los Bancos Centrales se queden sin margen para seguir recortándolas.
En el caso de Venezuela está entrando en un terreno de hiperinflación. El FMI predice que puede llegar a 2.349% en 2018, algo que haría la escasez actual de productos aún peor, en medio de circunstancias donde mucha gente tiene problemas para conseguir alimentos y medicinas.
“Una crisis económica de esa proporción es habitualmente el resultado de un manejo económico extremadamente precario, que típicamente involucra una combinación de políticas fiscales y monetarias desastrosas, impresión de billetes, subsidios ruinosos, restricciones severas al movimiento de bienes y capitales o un shock mayor”, dice Geiger.
Frente a estos diagnósticos el gobierno de Nicolás Maduro suele argumentar que es víctima de una “guerra económica” y de un “bloqueo” por parte de Estados Unidos, acusando de complicidad a la oposición.